¿Para qué necesitamos el portaaviones Principe de Asturias?

El rumor venía de lejos, aunque no fue hasta el pasado mayo cuando empezó a convertirse en certeza: enviar al desguace el portaaviones Príncipe de Asturias (R-11), además de dos fragatas de la Clase Santa María.

Los continuos recortes de presupuesto del Ministerio de Defensa por una parte, y la botadura del buque de proyección estratégica Juan Carlos I (L-61) por otra, parecen haber convencido a los políticos de la necesidad de retirar el que ha sido hasta ahora buque insignia de la Armada española.

Botado en mayo de 1982, el Príncipe de Asturias lleva ya 30 años de servicio. Su necesaria modernización, en particular su desfasado radar AN/SPS-52C, se ha retrasado en numerosas ocasiones, haciendo que su capacidad operativa para el combate haya disminuido considerablemente.

El Juan Carlos I y el Príncipe de Asturias

El problema con este tipo de decisiones es que nunca se fundamentan sobre un programa de defensa previamente establecido. Las razones por las que se decide dotar a una armada de un portaaviones tienen su razón de ser en lo que el Ministerio de Defensa establece en su marco estratégico. Las amenazas y riesgos que España identificó en su Revisión Estratégica de la Defensa (publicado en en 2003 a raíz del ataque terrorista del 11S) siguen estando en plena vigencia.

De hecho, las operaciones multinacionales como las de Libia demostraron la utilidad de contar con portaaviones en el arsenal europeo. No sólo son útiles para que las naciones europeas puedan, llegado el caso, utilizar la fuerza para sustentar una decisión política, sino que además les proporciona libertad de acción para no depender en exceso de las fuerzas aeronavales estadounidenses. Inicialmente España iba a desplazar al R-11 a esta zona de conflicto, pero fallos en su radar desaconsejaron su utilización.

Poseer portaaviones proporciona además la capacidad de desplazar aviones de combate sin estar ligado a permisos de uso de bases aéreas terrestres de terceros países. Esto confiere a tus fuerzas armadas algo que los políticos olvidan con demasiada frecuencia: DISUASION

El hecho de contar con semejante buque obliga a tus enemigos a considerarlo en sus estrategias. Todo el mundo da por sentado que Marruecos jamás atacará Ceuta y Melilla, y que en el caso de que así fuese, las bases aéreas en España y Canarias serían suficientes. Sin embargo, en la guerra todo es incertidumbre y riesgo, y mientras el reino alauita no reconozca la españolidad de estas dos ciudades, lo mejor es contar con armamento que les disuada de atacar.

Por mucho que se empeñen en igualarlos, el buque de proyección Juan Carlos I no es un portaaviones, sino un buque de asalto, y aunque puede transportar hasta 19 aviones de despeje vertical Harrier AV-8 (frente a los 29 del Príncipe de Asturias), su misión principal no es la de actuar como plataforma de proyección de fuerza aérea, sino más bien la de proyectar y proteger incursiones terrestres, así como ayudar en situaciones de catástrofes naturales.

Mandar al desguace un portaaviones debería de seguir razones de índole estratégico y no de presupuesto. Se están mandando al exterior demasiadas señales inequívocas de constante debilitamiento de las Fuerzas Armadas de España; a saber, venta de carros de combate Leopard a Arabia Saudí, paralización de la sexta fragata F-106, desguace del Príncipe de Asturias, retrasos en la adquisición del helicóptero táctico NH-90, desfiles militares meramente simbólicos y con pocas unidades, alquiler de buques a terceras potencias, etc.

España es unos de países europeos con más kilómetros de costa, además de contar con las islas Baleares y Canarias. Razones más que suficientes para crear una armada dotada y capaz de defender, atacar y disuadir. Todo lo demás es parchear e improvisar.

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